Viajando...

Cada domingo, Marsaxlokk se convierte en un gran mercado al aire libre. Los pescadores exhiben y venden sus mercancías al mejor postor casi sin poner un pie en tierra, desde el interior de sus barcas. Son rojas, verdes, azules, amarillas... Y todas, absolutamente todas, decoran su proa con el llamado Ojo de Osiris, que, dicen, aleja los malos espíritus y los envía al fondo del mar. El mar... Este pequeño enclave, situado al sureste de Malta, tiene el privilegio de ser la villa de pescadores más grande de la isla. También de poseer el segundo mayor puerto natural. Los luzzus –las barcas–, bautizadas con nombres de santos, sustituyen hoy a los grandes galeones y barcos capitaneados por piratas que durante mucho tiempo encontraron un refugio perfecto aquí. Por su recogido puerto, hoy repleto de entusiastas turistas, han pasado cuantos personajes de la historia se nos puedan venir a la mente. Entre ellos, los turcos, que entraron por aquí e iniciaron el ataque que culminó con el Gran Sitio en 1565; Napoleón (1798) e incluso Bush y Gorbachov, que se reunieron en Marsaxlokk en 1989. En las proximidades de este pueblecito tranquilo y pausado deslumbran la Blue Grotto, una gruta marina de aguas azules, casi fosforescentes, y la Punta Delimara, uno de los escenarios escogidos para el rodaje de algunas escenas de la película Los cañones de Navarone, en donde se alza, solemne, el Fuerte Delimara, construido por los británicos en 1881 para guardar la entrada a la bahía de Marsaxlokk. Hoy ya nadie la guarda: es patrimonio de todos, habituales y extranjeros, que la contemplan extasiados ante una copa de vino maltés.